Pensar - Sentir

Alguien dijo que la vida es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten.

Por primera vez en muchos años, estoy sometida a una rutina de ejercicios físicos terribles. Y no es que los ejercicios sean tan malos, en realidad son excelentes.
El asunto es que parecen estar diseñados para entrar en contacto con ... Pues con el cuerpo.
Y el cuerpo no piensa. El cuerpo siente.

El cuerpo posee una "memoria emotiva".
Tocar determinada zona, realizar determinado ejercicio nos permite acceder a las emociones almacenadas.
Y esas emociones no siempre son agradables.

He re-descubierto el porqué evito la actividad física.
Porque me obliga a entrar en contacto con mi cuerpo, a revivir emociones, a enfrentar bloqueos.
Me obliga a enfrentarme, a sentir.

Y después es sentir el odio acumulado en cada parte de mi cuerpo.
Odio a mi cuerpo, porque me recuerda que estoy aquí. Todavía.

Odio. Rabia infinita.

Se supone que si hay rabia es porque hay miedo, y que todo miedo es miedo a perder algo.

Pero yo no tengo miedo de perder algo.
Yo ya lo perdí.
Y por eso el odio recalcitrante, anquilosado, petrificado en cada célula de mi cuerpo.

Y la rabia, que después de todo sí es miedo.
Miedo a perder el control, tal vez...

Pero me inclino por lo más doloroso de aceptar.
Que mi miedo es a perder este odio.
Que lo evado tanto como puedo no porque le tema, no porque piense que realmente puede destruirme.
Me refugio en el reino de las ideas para no sentir... para no enfrentar... para no terminar de soltar...
Tu recuerdo.

Y aunque con una parte de mí, puedo perdonarte y amarte tal y como eres ahora, con una vaga idea de lo que eso significa... Yo no puedo soltarte.
Ni tengo la capacidad, ni me doy el permiso para hacerlo.

Por eso la vida que he llevado. Por eso los caminos que he elegido recorrer.
Para poder encontrar un medio, un puente entre mis partes.
Para entonces poder justificar y permitirme el conservar...

Sin éxito.

Porque este odio infinito hacia mí, es todo lo que me queda de ti.