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sábado, febrero 07, 2009

Re-tomando (2)

No tengo ni puta idea de porqué pasé tanto tiempo sin escribir. O peor aún, sin ganas de escribir.

Es decir, puedo hacer miles de inferencias (para las palabras difíciles, ver RAE), pero no garantizaría la validez incuestionable de ninguna de ellas.

Lo cierto es que no tenía ánimos, no tenía tiempo, no tenía temas... No tenía valor.

Lo que me lleva a mi primera conjetura, Olafo. Que no se llama Olafo, pero que le queda por lo amargado. Un tipo destructivo y realmente nocivo para cualquier ser vivo, incluso para sí mismo.

Quisiera, de todo corazón, culparlo de mi sequía.

Me convenció de escribir un artículo para su naciente revista, y yo acepté porque no tenía idea de a qué demonios me enfrentaba, y porque soy una tipa fácil y no aguanto dos pedidas ni un te-quiero en el oído.

El tipo me dijo que yo escribía maravillosamente (leyó mi blog y algunos otros escritos) y que éste era justo el tipo de estilo que estaba buscando. Casi inmediatamente después de aceptar, el tipo mostró su verdadera cara, pero me pasó como a las imbéciles que empiezan a salir con un tipo, que creen que él sólo bromea y van y terminan casandose con él.

Luego de enviar mi primer borrador, fui degrada... Tuvimos un intercambio de dimes y diretes, y consintió en cambiarme el tema. Obvio error. Si el tipo te golpea una vez, no dejará de hacerlo porque te pintes el cabello del color que él te dice. Pero la verdad yo también lo golpeaba, y era algo divertido, aunque enfermo.

Entrega del primer borrador del nuevo tema, y soy degradada, de nuevo, a ni-siquiera-escritora-de-Vanidades. Venga, que la revista vende, y la Cartland y la Tellado se han hecho su pasta escribiendo lo que escriben.

Pero ni toda la racionalización, ni todas las pruebas de mercado me sirvieron de escudo contra la potencia de esa patada. No había nada peor para mí que me dijeran, a los 31 años, que escribía de esa manera.

Porque te metes en un peo mental. Haces de tus idolos a Poe (y a Cortazar y a Wilde), como dice el decálogo del cuentista y no quieres recordar ni por un segundo que empezaste escribiendo historias que bien podrían aparecer en la revista (comprada por adolescentes quesudos y superficiales que se empeñan en querer pertenecer minimamente a cualquier cosa). No había en el mundo un peor insulto para mí. Porque revelaba el pasado del que me avergonzaba y del que tanto me empeñaba en escapar.

Después de un gran esfuerzo intelectual y de muchas discusiones logré escribir un artículo que medianamente mantenía mi estilo y que no complació a Olafo en casi nada. Pero terminó publicandome porque tenía una revista que rellenar. Y yo me dejé publicar porque... porque me había jodido mucho, porque le había metido mucho coco al asunto, porque quería cerrar ese ciclo, y porque me dí el gusto de insultarlo a placer y que casi me suplicara que lo pensara (lo dicho, tenía una revista que rellenar). Es decir, que volví con un tipo que me golpeaba sólo porque le di tan fuerte como él a mí, y porque me lo pidió de rodillas.


Así que nunca me he sentido realmente orgullosa de haber escrito ese artículo, pero normal, porque casi nunca estoy orgullosa de lo que hago. Y me da cierta vergüenza (que sería ajena de no ser porque me pasó a mí de verdad) ver mi nombre en unas paginas de esa revista, donde lo único que vale la pena es el artículo de Diez (porque no me caigas a coba y me digas que te leiste todo lo que escribió el argentino xDD).

Moraleja: es algo realmente estúpido involucrarte sexualmente con un tipo nocivo, y más si el tipo es tu jefe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tengo una regla inquebrantable: "No mezclar el trabajo con el placer".
Me ha funcionado suficientemente bien.
Sin embargo, ¿cómo podría sobrevivir un artículo, cuando en el medio de la comunicación así se manejan?, ¿donde queda el arte por el arte mismo?, ¿que clase de "personas" tienen controlado el acceso a la información?, ¿cómo es posible que no existan adecuados medios de expresión, así sea para decir estupideces o nobles palabras?, ¿dónde queda nuestra responsabilidad al expresar lo que es para el bienestar de la mayoría, o para la expresión de las ideas encaminadas a algo distinto al comercio barato?
Me repugna el infantil desprecio por la cultura, cuando lo substituyen por palabras vacuas y repletas de mediocridad, acompañadas de fotos de modelos, pero es peor aún, cuando para poder publicar se comercia con el sexo y la manipulación. Eso resulta asqueroso y vil.
Me resulta espantosamente ofensivo al intelecto humano.

Guille